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viernes, 18 de marzo de 2016

Sri Lanka 210km 6 etapas, toda una aventura con final feliz


Según el Real Diccionario de la Lengua, correr es andar rápidamente y con tanto impulso, que entre un paso y otro, los pies quedan por un momento en el aire. Muchas personas, cuando le hablas de correr, solo lo relacionan con esta acepción, sin más. Para mí, el correr, es mucho más. Es viajar, soñar, conocer otras culturas y personas, recorrer y admirar paisajes, plantas y animales, es sencillamente vivir, crecer con mayúsculas. Y eso es sencillamente lo que he hecho durante estos seis días, recorriendo parte de la isla de Sri Lanka. Atrás quedaba la espectacular vivencia que tuve en los 200km por Bután, en pleno Himalaya, en 2013. Este año volvía a hacer un ultra por etapas en Asia y en un destino al que le tenía muchas ganas.
Las casualidades no existen y para animarme aún más, 3 grandes corredores como Xavi Marina, Jaume Terés y Tony Andrades se unían a la aventura. Así que no podía decir que no a embarcarme en esta nueva aventura y el pasado enero empezaba a preparar este nuevo reto. Que mejor que seguir ayudando a otras personas y esta vez a través de un buen amigo cuya esposa sufre de fibromialgia, me pareció buena idea el apoyar a estas personas de alguna forma, así que me puse en contacto con la Asociación de Fibromialgia de Segovia (Fibrose) y nos dispusimos para difundir un mensaje de apoyo plasmado en la equipación.


El viernes 4 aterrizaba en Colombo después de 12h dispuesto a prepararme para arrancar la segunda edición de The Wild Elephant Trail, 210km repartido en seis etapas: 35, 37, 41, 52, 32 y 13km con la subida final a Sigiriya Rock, patrimonio de la Humanidad, y en autosuficiencia.
Día de check-in, entrega y revisión de material y cena de bienvenida, que dió paso al sábado 5, en el que fuimos trasladados al Camp 1 junto al Templo Yapahuwa, a 150km al este de Negombo, en el corazón verde de este increíble país.
Últimos preparativos, y revisión del equipo para la primera etapa que se completó con una visita al templo, con monos macacos incluidos intentando robarnos cualquier objeto.

El domingo 6 a las 7:30 y después de la preceptiva bendición por parte de dos monjes budistas y los cánticos del himno nacional de Sri Lanka por parte de 3 chavales, arrancamos a correr, a un ritmo no muy fuerte, pero dispuestos a ir en cabeza desde el principio. Al llegar al km 10 no voy bien, cansado y con algo de fatiga, la aclimatación ha sido demasiado rápida y corta, sin tiempo para asimilar el calor y humedad imperante y continua. Alcanzo a Xavi, que va mal también y vamos juntos hasta el km 20, donde las náuseas me han ido a más y acabo vomitando fuerte varias veces...mi participación pende de un hilo, la deshidratación y el golpe de calor están cerca y no puedo dejar que ocurra. Me siento, cojo aire, y bebo a pequeños sorbos, y así, comienzo a subir, y poco a poco voy recuperando, sin dejar de beber. Al final entramos los cuatro españoles juntos en meta, una meta situada junto a un templo de Sasseruwa, donde visitamos capillas con pinturas antiguas y un gran buda milenario esculpido en la roca y otro durmiente dentro de una capilla. Toca baño en el lago que hay junto al vivac y recuperar energías con la cena.

La estrategia, después de la novatada del primer día queda muy clara, para mí y Xavi. Control absoluto del ritmo y una férrea disciplina de hidratación y toma de sales será fundamental para el éxito en la segunda y sucesivas etapas. El calor de cada día ronda los 40ºC y una humedad del 80% que hace que entre cada check point(10km) consuma alrededor de 1,5L.
Así fuimos con ritmo constante, cogiendo corredores, hasta llegar al tercero, Alwin Maas, un experimentado corredor sudafricano, duro de pelar, que desde ese día y con una ventaja de más de media hora, que consiguió el primer día, se pegó a nuestra estela, hasta entrar en meta tras 37km.


Cae la noche en una aldea en mitad de la selva, calor, mosquitos y seguimos durmiendo mal. Cena, cerveza y conversaciones al anochecer hacían más amena las tórridas noches en el trópico.
El martes tocaba la segunda etapa más larga, 41km, con variedad de terrenos: pistas, carretera, selva, ruinas y campos de cultivo. La etapa empezó como acabó la previa, con Alwin a rueda y el binomio español, yo y Xavi, controlando ritmos para asegurar las etapas. Vamos tercero, cuarto y quinto. Después de 30km, el cuerpo va cansado y se despliega ante nosotros las montañas Ritigala, con sus ruinas del siglo V, tipo Indiana Jones, engullidas por la jungla, e incluidas en el último tramo. Xavi y Alwin se me van en la subida, voy cansado, y los últimos 3km de bajada aprovecho para recuperar algo de tiempo.

Había llegado la hora de forzar la máquina y arriesgar para intentar recuperar tiempo y dejar atrás a Alwin. Así en la etapa reina de 52km, y en el 2º checkpoint llegó el momento.




 Mientras el sudafricano repostaba sales, nos decidimos a atacar y dejarlo atrás, apretando el ritmo durante los siguientes 10km, consiguiendo dejarlo atrás. Llegando al 3º puesto de control, nos enteramos que el corredor local Sanah había quedado descalificado por haberle cogido in fraganti subido a una moto. Ya había sospechas entre corredores y organización, y ahora todo se confirmaba, una pena que haya gente dispuesta a todo.

Xavi y yo estábamos en puesto de podio y la motivación subió al máximo. Así apoyándonos el uno al otro, conseguíamos entrar en meta, situada en otra alejada y tranquila aldea. Para celebrarlo bebemos agua de coco directamente de sus frutos.
La penúltima etapa, por culpa del movimiento de los, según dicen, peligrosos elefantes salvajes, estresados por la pérdida de su hábitat, cada año producen muchas muertes entre la población local, se anticipó media hora, pero se alargó hasta los 32km. Etapa que decidimos y conseguimos seguir fuertes y acabar en poco más de tres horas, y me ponían 3º de la general, por segundo día.

Con ilusión y muchas ganas afrontaba la última etapa, llana y rápida, con unos primeros 11km muy llanos directos a Sigiriya, uno  de los sitios más espectaculares de Sri Lanka. A 4min30"/km recorría la primera parte, llegando de nuevo tercero, tras Xavi y el británico Nathan Montagne. Ahora sólo quedaba disfrutar de la subida al León, sólo andando hasta meta (por restricciones de la autoridades), en lo más alto. Así tras 22h30min y seis días de carrera, cruzaba la meta de una gran e inolvidable carrera.

No sólo contento por la experiencia, sino también por el resultado, que no me hubiera imaginado el primer día, y que gracias a mantener la cabeza fría, el autocontrol y la disciplina, me hicieron subir al podio con un tercer puesto de la general, con un podio formado por Nathan Montagne, gran corredor y persona, componente del equipo británico de carreras de montaña, y completado en segunda posición por mi gran amigo Xavi Marina, una máquina de correr en cualquier lugar del mundo y con el cual me une ya esta gran experiencia.
Sri Lanka ya es parte de mi vida, de mis recuerdos y de mis sueños cumplidos.
Desde aquí mis felicitaciones a Stefan Betzelt, director y organizador de la prueba y gran amigo y a todos los voluntarios, en especial a los burgalenses Pepe y Rodrigo.
Como no, son parte de mi triunfo, mis sponsors: las chicas de Clinica de Fisioterapia Senso, que me mimaron hasta el día previo, a Daniel de Fisiosegovia, gran profesional que me estuvo tratando con EPI para reducir una tendinitis rotuliana que pareció semanas antes.  A Land Sport, siempre ahí, y que me ha proporcionado sus estupendas equipaciones de material de secado rápido, geniales para la competición en estos climas. Gran ayuda también la de mi entrenador durante este período, David López Castán.
Mis amigas de la farmacia de Tirso de Molina, en Segovia, que desinteresadamente me han ayudado con los mejores productos. Y ahí siempre, mi familia, dándome su apoyo antes, durante y después, y que son siempre parte fundamental y pilar principal de mi motivación para estas pruebas.

A todos mil gracias por vuestro apoyo y cariño.

¡Seguimos soñando, seguimos viviendo!